Banda de músicos del Ep Lurigancho ¡Siempre presente!

CRÓNICA

Sus alegres notas y buen ritmo son una terapia de resocialización

BANDA DE MÚSICOS DEL PENAL LURIGANCHO SIEMPRE PRESENTE EN LA VIDA DE LOS INTERNOS

¿Cómo se amansa una enorme fiera? Una compuesta por más de 10 mil reclusos. A veces pueden perder la paciencia y los ánimos se caldean hasta el límite. Desde hace más de 10 años, la banda de músicos del penal de Lurigancho brinda su buen ritmo y melodías al servicio de la resocialización.

El director del penal, Jaime Huamaccto Jiménez, tiene en este grupo conformado por 10 internos su mejor aliado. El orden y la disciplina no solo son impuestas a través de sus agentes de seguridad, a punta de requisas, operativos nocturnos o traslados.

INPE TOMA EL CONTROL

La banda de música tiene un efecto relajante, alegre y de optimismo. Es como un batacazo melódico a las mentes de los reclusos. Todos son dominados, eso sí, sin utilizar marrocas.

Por ello, Huamaccto siempre cuenta con la colaboración de sus músicos, aunque pensándolo bien, el director prefiere denominarlos “orquesta” y no banda, para evitar cualquier tipo de confusión.

“Aquí el delito queda detrás de la puerta, afuera en la calle. Lo que nos interesa es la rehabilitación de las personas. Nuestro trato es siempre humano. Para nosotros todos son iguales. Aquí no tenemos bandas criminales”.

Así las cosas, la “orquesta de Lurigancho” siempre está presente en las actividades importantes de la vida del penal, el más grande del país, como son las fiestas patrias, con las marchas de batallones; las procesiones del Señor de los Milagros o Santa Rosita; los pasacalles de salud anti SIDA y VIH (con reparto de condones de por medio), los campeonatos de fulbito en el auditorio principal, eventos culturales, bienvenida de autoridades, clausura del año escolar, entre otras.

INTEGRANTES

Luis Joaquín Serazo Flores (48), es el director de la banda (¿?), ¡disculpen!... la orquesta) desde hace 4 años. Ingresó al penal con una sentencia de 8 y aún le quedan por lo menos otros 4 años más de prisión. Eso es bueno y malo a la vez. Malo, porque le falta mucho para reunirse con sus familiares. Bueno, porque al menos tiene el puesto asegurado como cabeza de su equipo musical.

Hace poco sufrió la pérdida de 7 de sus 17 compañeros quienes salieron en libertad. Casi se queda sin grupo musical. Ahora debe comenzar casi de “cero”.

“Es muy difícil encontrar gente que llegue al penal sabiendo tocar instrumentos musicales. Yo sí lo hacía cuando estaba en la calle”, indica el maestro del buen ritmo. Luis Joaquín dice que los días de ensayo son los martes, jueves y viernes por la tarde. Ser el encargado de la orquesta es un trabajo duro, nos confiesa.

“Soy como un chasqui que voy de pabellón en pabellón con mi trompeta en la mano, solicitando el permiso de los psicólogos del INPE que tienen a mis compañeros en sus terapias grupales”, manifiesta Luis Joaquín que asume el compromiso con el director del penal cuando se programan actividades oficiales.

Su orquesta está integrada por un trompetista, un saxofonista, 4 percusionistas y un bombo. Los instrumentos, un tanto viejos y oxidados, son propiedad del mismo penal, pero afinados con cariño suenan bien.

“Muchos de mis compañeros quieren incursionar en la música y vivir de ello”, indica el director quien en repetidas veces aclara a sus pupilos que la música no es un juego o pasatiempo, sino una profesión seria.

MELODÍAS Y PEDIDOS

Marineras como Concheperla, San Miguel de Piura, Monsefú, Sacachispas, así como Balicha, Tren Macho, carnaval arequipeño o cajamarquino, son piezas del folclor peruano que la orquesta sabe muy bien interpretar. De la selva solo conocen San Juanito, pero si se lo piden con tiempo no hay nada imposible de interpretar, indica el director de música.

Los pedidos son cosa común en un penal. Todas las sangres están representadas en Lurigancho y por supuesto un Huanuqueño, pasacalle del centro o un ToroToro de Ayacucho van a ser reclamados por el público canero. Ah!, y de Lima reclamarán la rica salsa, temas de Toni Rosado, Marisol, entre otros.

Desde el punto de vista del tratamiento penitenciario, este tipo de grupos proporciona mucha alegría no solo a sus integrantes, sino también a la población penal. La música los motiva porque se tocan temas de su tierra, e incluso los internos se ponen a bailar, desahogan su mal momento, o simplemente demuestran con orgullo su emoción y añoranza por sus pueblos.

La orquesta del penal de Lurigancho, con su música contagiante, siempre encantará a todos y pondrá en sintonía a los 22 pabellones para alcanzar un cambio de vida.

Lima, 12 de octubre de 2018

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