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INSTITUTO NACIONAL PENITENCIARIO                                     INFORME ESTADÍSTICO
                      UNIDAD DE ESTADÍSTICA                                            SETIEMBRE - 2012



                      El 36.2% de la población total de internos (rango de 18 a 29 años), se encuentra considerada
               entre la población joven y económicamente activa o productiva. Esta información permitirá evaluar
               los programas de políticas preventivas encaminados a cambiar la conducta delictiva.

                      La  población  de  internos  entre  18  a  24  años  constituye  el  17%  de  la  población  total,  la
               misma  estaría  en  la  etapa  de  formación  técnico-productiva;  al  respecto,  se  podría  destinar  o
               fomentar programas de formación técnica o universitaria, e incluso el aprendizaje de idiomas para
               mejorar su incorporación al mercado laboral.

               2.2.- Población penitenciaria según rango de edades según establecimientos penitenciarios

                      La composición etaria de los privados de libertad por EP permite visualizar de manera más
               focalizada  las  características  particulares  del  tratamiento  en  cada  unidad,  por  ejemplo,  ubicar
               penales  como  Huancabamba,  donde  -por  el  momento-  no  se  requeriría  de  programas  especiales
               destinados  a  adultos  mayores  en  vista  de  su  ausencia.  En  cambio,  en  el  penal  de  Lurigancho  se
               podría ampliar la cobertura de programas piloto como CREO, pues a la fecha están recluidos 1,504
               jóvenes con edades entre los 18 y 24 años.

                      Resulta  importante  remarcar  el  valor  que  la  educación  tiene  como  parte  decisiva  del
               tratamiento, especialmente para los internos jóvenes y primarios. La predominancia de la educación
               técnica obedece a que concede al interno la ventaja de adiestrarse en un oficio/labor y generar un
               beneficio económico al vender sus productos; este enfoque teórico-práctico resulta netamente útil a
               corto y largo plazo, pues el interno logra cierta independencia económica en prisión (trasladable
               incluso a su familia), además de aplicar lo aprendido cuando recupere su libertad.

                      Además,  debe  agregarse  el  factor  geográfico  al  componente  cronológico.  Es  así  que  la
               actividad  económica  predominante  en  la  zona  debe  ser  tomada  en  cuenta  para  articular  los
               programas de formación productiva. No puede soslayarse que, a pesar de los esfuerzos del INPE en
               brindar educación para el trabajo, los ex-condenados encuentren barreras que impidan su inserción
               en  el  mercado  laboral;  si  se  tratara  de  una  persona  mayor  a  35  o  40  años,  enfrentará  más  aun
               dificultades.  En  ese  sentido,  no  está  de  más  hacer  un  llamado  de  colaboración  a  instituciones
               públicas o privadas, pues el éxito de la resocialización depende también de las oportunidades que
               los ex privados de libertad puedan lograr, a fin de sustentarse económicamente a su familia.






















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